Dolor torácico.

Los pacientes suelen describir el dolor torácico producido por un problema cardíaco como un dolor aplastante o sordo en el pecho o como si se colocara algo pesado en el centro del pecho. A veces puede irradiarse a la mandíbula o al brazo izquierdo y también se denomina angina.

Con menor frecuencia, se presenta como una sensación de ardor en la parte superior del vientre y se confunde fácilmente con dolor de estómago o indigestión. Por otro lado, sentir un dolor en el pecho punzante o agudo, especialmente si se agrava al inhalar y exhalar, rara vez está relacionado con un problema cardíaco.

Más frecuentemente, el dolor de pecho relacionado con el corazón es un síntoma de enfermedad arterial coronaria, en la que los vasos sanguíneos que suministran sangre al músculo cardíaco se estrechan y no hay suficiente oxígeno suministrado a los tejidos cardíacos. En tal caso, el dolor torácico se produce al principio y sobre todo después de un esfuerzo considerable. Con el tiempo es provocado por un esfuerzo cada vez menor.

Si persiste a pesar del descanso, puede ser un signo de infarto de miocardio. En este caso, es necesario llamar a una ambulancia.

El dolor torácico que ocurre durante la fibrilación auricular tiene las mismas características. Sin embargo, se produce durante los episodios de fibrilación auricular sin estar inducido por el ejercicio. El dolor torácico puede ser el único síntoma de la fibrilación auricular, pero se asocia con más frecuencia con palpitaciones, dificultad para respirar y la sensación de aceleración cardíaca, a veces incluso mareos y desmayos.

Puede ser una sensación muy desagradable y necesita recibir atención médica urgentemente, a ser posible llamando a una ambulancia. Si el dolor torácico ocurre de forma intermitente y no se asocia con otros síntomas, debe consultar con su médico de cabecera. Es posible que le recomiende hacerse una ECG (electrocardiograma) o usar una cinta Holter (también conocida como cinta/ECG de 24 horas).

Si se trata pronto, la fibrilación auricular a menudo puede controlarse con medicamentos y, en muchos casos, resolverse temporal o permanentemente mediante procedimientos médicos conocidos como cardioversión y ablación. La mayoría de los pacientes pueden optar por este tratamiento, pero hay determinadas circunstancias o comorbilidades que anulan su utilidad y por tanto se evita hacerlo en esos casos.

Para obtener más información sobre estos procedimientos, haga clic en el enlace a las siguientes páginas: “¿Qué es una cardioversión?” y “¿Qué es una ablación?”.


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